jueves, 7 de abril de 2011

ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé,

ya pegué, ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí,

ya me fui, ya volví, ya fingí, ya mentí


y entre tantas falsedades, muchas de mis mentiras ya

son verdades

hice fácil las adversidades, y me compliqué en las nimiedades

y oigo una voz que dice con razón

vos siempre cambiando ya no cambias más

y yo estoy cada vez más igual

ya no sé que hacer conmigo


domingo, 27 de febrero de 2011

Sodomy
Fellatio
Cunnilingus
Pederasty

Father, why do these words sound so nasty?

Masturbation
Can be fun
Join the holy orgy
Kama Sutra
Everyone!

domingo, 6 de febrero de 2011

Continuidad de los parques...

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

sábado, 15 de enero de 2011

Árbol
Hoja
Salto
Luz
Aproximación
Mueble
Lana
Gusto
Pie
Te
Mar
Gas
Mirada
Nube
Loba
Dedo
Cal
Gesticulador
Hijo
Cama
Menta
Sien
Rey
Fin
Sol
Amigo
Cruz
Alga
Dado
Cielo
Riel
Estalactita
Mirador
Corazón
Hombre
Rayo
Felpa
Sed
Extremidad
Insolación
Parecer
Clavo
Coito
Dios
Temor
Mujer
Por